Hans Asperger nació en Viena en 1906. Pediatra, psiquiatra, investigador y profesor de medicina fue el primero en estudiar el síndrome que más tarde llevaría su nombre. Su trabajo pasó mayormente desapercibido a lo largo de su vida, y no fue hasta después de su muerte, en los años 80, cuando fue recuperado por la psiquiatra británica Lorna Wing.
Asperger, como austríaco, se vio arrastrado a la II Guerra Mundial. Sirvió en el ejército del Eje como oficial médico en la invasión de Croacia. Abrió una escuela para niños, lo que le permitió estudiar los patrones de comportamiento de algunos de los niños en los que observó una falta de empatía, escasa habilidad para entablar amistad, conversaciones con uno mismo, fijación intensa hacia un determinado asunto, y movimientos torpes. Su escuela fue bombardeara y destruida, junto con gran parte de su investigación. Sin embargo, eso no le impidió publicar en 1944 sus estudios.
Sus estudios sobre sus pequeños profesores, como él llamaba a sus pacientes, no llamarón la atención hasta que en 1981, un año después de su muerte, Lorna Wing publicó Asperger’s Syndrome: a Clinical Account. En esta obra, la psiquiatra británica miembro de la National Autistic Society daba a conocer y popularizaba las publicaciones de Asperger.
Características del síndrome de Asperger
El síndrome de Asperger se diferencia del autismo descrito por Leo Kanner en que no se da ningún retraso ni dificultad en el lenguaje y la persona tiene un nivel intelectual dentro de la media o superior. La persona con síndrome de Asperger tiende a utilizar su inteligencia para tratar de aplicar la lógica a las relaciones sociales, que tiene dificultad para comprender. Esto le hace relacionarse mejor con adultos que con otros niños de su edad. Tiene dificultades para concentrarse o prestar atención a lo que no le interesa, mientras que suelen mostrar una fuerte fascinación por algún tema en concreto.
Esto le provoca algunas dificultares de comunicación, a la hora de seguir una conversación sobre un tema que no les interesa, o comprender giros del lenguaje, chistes o bromas, sarcasmo, etc. Su interpretación del lenguaje es literal. No obstante, suele poseer un lenguaje completo y amplio, en ocasiones demasiado formal, y no tiene ningún problema en mantener largas conversaciones sobre el tema que le apasiona, sin detectar incluso, y sin importarle, cuándo está aburriendo a su interlocutor.
La falta de empatía es una de las características más conocidas. También son comunes los comportamientos compulsivos, la necesidad de realizar ciertos rituales o manías y momentos de ansiedad.
En conclusión, como ya veíamos en otro artículo sobre personas con Asperger que han dejado su huella en la historia, la personas con síndrome de Asperger no suelen poseer ninguna limitación más allá de los problemas de comunicación y algunas dificultades de movimiento.
No quisiera terminar este artículo sin hacer antes una reflexión sobre la importancia de hombres como Hans Asperger. En un momento tan duro como la Austría de la II Guerra Mundial, bajo la dominación nazi, Asperger defendió a sus pequeños profesores y a todo aquel en su misma situación. En una época y un lugar en que se imponía la política de la eugenesia nazi de esterilizar y matar a las personas consideradas como “inferiores”, cualquiera socialmente diferente o con cualquier discapacidad, se atrevió a defender apasionádamente la vida de las personas autistas:
«Estamos convencidos, por tanto, de que las personas autistas tienen su lugar en el organismo de la comunidad social. Cumplen bien su papel, quizás mejor que lo que cualquier otro podría hacerlo, y estamos hablando de personas que en su infancia tuvieron las mayores dificultades y causaron indecibles preocupaciones a sus cuidadores»
Hans Asperger
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